Por qué es importante la Psiconutrición

Diciembre es un mes de excesos, donde compramos mucho, salimos mucho y sobretodo comemos mucho. Tal vez hemos aguantado todo el año dejando de lado las tentaciones y portándonos bien, pero es llegar la navidad, y nos desbordamos. Las posadas, los convivios, las cenas de empresa, las cenas familiares…todo sirve de excusa para comernos la navidad, pero da igual, porque en enero empezaremos en gimnasio…

Estamos en una etapa demasiado social, en dónde más que nunca la comida ha pasado de ser una necesidad a ser un placer, y las reuniones, las juntas, los festejos etc giran en torno a la comida. Es de buen nivel ir a un restaurante de lujo, es de buen ver tener en casa comida de calidad. Es de “gente bien” tener la nevera llena. El estigma social que tiene la comida es fuerte: determina en qué nivel estás.

Comida, comida y más comida. Somos adictos a la comida, al azúcar, a lo salado, a las mesas llenas, a los buffets al pan, al pastel, a la carne, a la comida procesada, a las botanas, papas, frutos secos, palomitas… Comer ya no es una necesidad, y no sólo es un placer, es un vicio. Y alrededor de ese vicio, hay todo un mundo emocional, un mundo de sensaciones. Hemos creado vínculos y enganches con ciertos alimentos, repulsión con otros. Así nos educaron y así lo aprendimos, viene de lejos. De nuestra infancia. Hemos forjado un carácter en torno a la comida. Por eso, la psicología juega un factor importante.

¿Psicología en la comida? Pues si.

No es casualidad que todas los trastornos de alimentación (anorexia, bulimia, obesidad, vigorexia etc) tengan un componente psicológico importante. Y no porque no tengamos este tipo de enfermedades significa que no tengamos que consultar nunca a un psicólogo para revisar nuestros hábitos alimenticios.

La alimentación es una de nuestras necesidades básicas en la vida. Precisamente por eso no podemos dejar de prestarle atención. Y hoy en día, con el ritmo que llevamos, corriendo de un lado para otro, esto pasa a ser nuestra última prioridad.

Y debería ser de las primeras, porque para sentirse bien, hay que alimentarse bien. Para no enfermarse, hay que alimentarse bien. No es lo mismo comer, que alimentarse. Comer implica meterse cualquier cosa a la boca, aunque no sea saludable. Alimentarse quiere decir darle al cuerpo los nutrientes que necesita.

 

 

Comida y Emoción

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¿Qué significa para ti sentarte alrededor de una mesa de comida con tu familia? ¿qué significa no tener un día tiempo para comer? ¿qué implica para ti comer solo? ¿qué significa par ti ver a alguien hambriento? ¿eres de lo que no deja nada en el plato? ¿o eres de los que siempre guarda las sobras? Todo este tipo de cosas nos generan emociones, y dependiendo de cómo sean esas emociones actuaremos de una manera u otra: comiendo más, comiendo menos, comiendo mejor o comiendo peor.

La ansiedad y el estrés están muy implicados en la manera que tenemos de comer. Muchas personas tienen ataques de darse atracones y comer compulsivamente cuando están ansiosos, a otras sin embargo, se les cierra el estómago. Muchos hacen sólo dos comidas al día, y otros no pueden parar de «picar». Todo esto influye en nuestro estado de ánimo, de sueño y de calidad de vida para nuestra salud.

Por eso, psicología y nutrición están estrechamente relacionadas. Porque uno se alimenta en base a cómo es, cómo piensa, y cómo siente. Y la salud, depende en un 80% de cómo nos alimentemos. Por eso es tan importante revisar nuestros hábitos, poner atención a cómo comemos y no dejar nuestro cuerpo para el final. Ya no sólo se trata de mantener una imagen bonita, sino de poder aprovechar nuestra vida al máximo en la mejor condición posible.

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